Hay familias que no necesitan casarse para demostrar lo que se quieren, pero es que además la boda de Pedro y Seila fue sentimiento puro.

Tuvieron mala suerte con la meteorología pero aún así nada pudo deslucir la gran boda que preparó esta bonita pareja para sus invitados y familiares.

La ceremonia hizo que se nos saltasen las lágrimas por las cosas tan intensas que se dijeron y de pronto tras la emoción…¡fiestón! Madre mía, cómo se transformaron todos en cuanto empezó a sonar la música. Una auténtica pasada.